Sobre el autor: Juan Miguel Torrero Guilarte, nacido en Barcelona descubrió sus inquietudes artísticas muy temprano y desde entonces las ha desarrollado en campos muy diversos: dibujo, pintura, escultura, fotografía, diseño de interiores o diseño gráfico. También se cultivó con otra de sus grandes pasiones: la lectura. Durante su vida, ha sido monitor de actividades de ocio, monitor de scouts, ha colaborado en decorados de musicales y obras de teatro, ha diseñado locales comerciales y stands, creado juegos de mesa y maquetas recortables. También ha trabajado de dibujante, pintor, retratista, ilustrador de cómics y diseñador gráfico. Muestra de ello es la portada de la novela Ad Fines.
Otra información: Es Arquitecto Técnico y en la actualidad comparte su tiempo entre su trabajo de Técnico de Gestión y Coordinación de Obras en una empresa de Barcelona, estudios de Grado en Teología en el CEIBI y la colaboración en diversos proyectos sociales y educativos para niños y jóvenes. Forma parte de la junta del Forum Cultural Gaspar de Preses y es miembro del ADECE.
Inquietudes: El autor siente la extraña necesidad de plantearse nuevos retos y escribir esta novela es el último de ellos. Aunque siempre ha sido un gran aficionado a la lectura, Ad Fines es su primera incursión en el género de la novela.
Una de mis aficiones principales desde que era un niño es leer. Ya entonces, devoraba todos los libros que había en casa y solía pasar las tardes en la biblioteca pública de mi barrio. Era eso que se conoce como un “ratón de biblioteca”. A los nueve años era el único niño que dejaban utilizar la sección de adultos y a los once, conocía la disposición de los libros tan bien como la bibliotecaria. También era un adicto a los tebeos y después de leerlos dibujaba los personajes. Un amigo de mi padre era muy aficionado y sabiendo mi afición, me suministraba periódicamente abundante material: El Cachorro, el TBO, el Capitán Trueno, El Jabato, Hazañas Bélicas, El Corsario Rojo y algunos otros.
Desde muy niño, siempre inventaba historias. Me decían que eran un niño muy "fantasioso". Siempre fui un buen estudiante, pero a causa de mi dislexia, me resultaba muy difícil escribir sin faltas y describir correctamente aquello que veía en mi cabeza.
Mis libros favoritos en aquel tiempo eran los de arqueología y civilizaciones antiguas, aunque mi gran debilidad era Egipto. Más tarde, sobre los catorce, me aficioné a visitar museos y me interesaron mucho los vestigios romanos de Barcelona y las costumbres de la época.
Durante mis estudios siempre tuve unos profesores lengua y literatura que me parecieron terriblemente ingratos (mala suerte) y a los dieciséis años, aborrecía las asignaturas relacionadas con la literatura o la lengua. Por eso, y por mi facilidad para dibujar y pintar, dejé aparcado eso escribir, hasta que ya no tuve que examinarme de esas disciplinas. Después descubrí la novela histórica y retomé el placer de leer sobre lo que interesaba.
Mucho más tarde, después de muchas vicisitudes, decidí empezar otra carrera, esta vez de letras y por hobby. Tras casi veinte años de escribir exclusivamente en catalán por cuestiones de trabajo, tuve que "ponerme de nuevo al día" pues en los estudios me exigían "expresarme en perfecto castellano, con ritmo y estilo". Me costó mucho "recalibrar mi mente de ciencias a letras" pero finalmente tras muchos, trabajos, ensayos y recensiones me puse al día. Entonces empecé a pensar en aprovechar todo lo aprendido y mi imaginación en comenzar una novela. El proyecto fué tomando forma durante un año y medio. Así nació Ad Fines.